Yo de verdad me esfuerzo al máximo por
guardar distancia de todo aquello de lo cual me toca escribir. El
periodismo es mi profesión, la que escogí, la que me gusta ejercer. Y ella demanda objetividad.
La neutralidad es la única arma que
tenemos los que vivimos de esto para defendernos de las embestidas de
los intereses ajenos. Sin ella no podríamos hablar con la libertad
con la que lo hacemos (o por lo menos yo procuro hacerlo). Sin
coerción, sin chantaje, sin censura. El periodista que no vela por
su objetividad y neutralidad es un cabildero.
Pero hay ocasiones en las que es
difícil guardar la distancia, ser neutral, ser objetivo, no
involucrarse emocionalmente. Hoy, día de la final del Mundial Brasil
2014, del partido Alemania contra Argentina, es una de esas fechas.
Renuncio libremente, por un par de
horas, a ser neutral y objetivo. ¡Quiero que el Mundial lo gane
Alemania!
Espero que entiendan mis razones: he
acompañado a esta generación de futbolistas alemanes, y el proceso
que hoy los lleva a disputar la Copa del Mundo en el estadio
Maracaná, desde sus albores.
La Copa Confederaciones del 2005 donde
nació, el entusiasmo en torno a Poldi y Schweini como nuevos ídolos
juveniles, el Mundial del 2006, el resurgimiento de la fe alemana en
su fútbol, la derrota en Dortmund contra Italia en la semifinal, el
partido por el tercer puesto en Stuttgart y la fiesta de
agradecimiento de la afición, la Eurocopa del 2008, el gol de Torres
que coronó a España y aplazó un sueño alemán, la recepción en
Berlín, en la Puerta de Brandenburgo, el debut de Thomas Müller con
el Bayern, su estreno con la selección y el desplante que le hizo
Diego Maradona en el Allianz Arena (“¿Y este quién es?
¡Sáquenlo!”), el ascenso de Philipp Lahm como capitán de la
selección, el Mundial del 2010 contándole a mis lectores que esta
era una “Nueva Alemania”, la crítica con defensa -a y de- Joachim Löw luego
del fracaso en la Eurocopa del 2012, el casi ocaso de Bastian
Schweinsteiger, que en contra de todas mis predicciones, y de su
entrenador en el club, ha vuelto a resurgir, y la oposición a que
Alemania se “guardiolizara” del todo...
Todo esto lo viví, sucedió a un par
de metros míos. Y fue aún más. Son muchas las experiencias tras una década de pagar la
renta observando, acompañando, y hablando del fútbol alemán.
Lo siento. Podría decir “50 y 50”.
Pero no lo haré. Hoy no. ¡HOY NO! (que difícil es ser neutral)
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