Dienstag, 20. Dezember 2011

Bremen: ejemplo de continuidad, pero sólo en el banco

El Bremen es un club que se ha caracterizado por aferrarse con cariño a aquello a lo cual se ha acostumbrado; esa característica explica que Otto Rehagel haya permanecido allí como entrenador del equipo durante increíbles (también para la Bundesliga) 14 años, dos meses y 29 días.

Thomas Schaaf tiene ahora, gracias a la renovación de su contrato hasta el 2014, la oportunidad de romper ese récord. Si cumple el término previsto ajustará 15 años en el banco del equipo, donde está desde 1999, desde cuando ha logrado, en orden de importancia: el 2° puesto en la Copa UEFA (2009), un título de Bundesliga (2004), 3 Copas Alemanas (1999, 2004, 2009), un doblete (título de Bundesliga y Copa Alemana 2004), dos subcampeonatos alemanes (2006, 2008), dos subcampeonatos de Copa Alemana (2000, 2010).

Además Schaaf ha llevado al Bremen en seis ocasiones a la Champions League en los últimos ocho años, un merito digno de reconocer pese a que su balance es muy pobre en esta competencia, cuya fase de grupos sólo ha superado en una ocasión, para ser eliminado en la siguiente ronda, en octavos de final.

Schaaf –y esto es relevante mencionarlo para entender mejor el planteamiento que hago aquí- es una cara de la moneda, la otra es el director deportivo Klaus Allofs. Juntos son un dúo inseparable, uno que encaja “a la perfección” (como ambos sostienen) y el primero no está dispuesto a seguir adelante sin el segundo, y viceversa. Esta unidad monolítica fue la que generó los principales inconvenientes en la renovación de un contrato que aunque se logró, debería haberse firmado hace por lo menos 6 meses.

Pero bueno, esa es otra historia. Por lo pronto no pierdan de vista que Schaaf y Allofs son una especie de “Batman y Robin” en la Bundesliga; tampoco pierdan de vista que juntos velan por que el club tenga “continuidad”, pero esa “continuidad” no es otra que la suya propia, la de sus contratos, y podría uno acertadamente afirmar que lo suyo es más una defensa de su posibilidad de hacerse “eternos”.

Porque Bremen ha demostrado a lo largo de más de una década que su concepto de “continuidad” sólo aplica en el banco. Bueno, también podría decirse que el concepto futbolístico de Schaaf (el cual admiro) es continuo y estable, el sigue proponiendo un juego dinámico desde la línea de fondo, uno muy volcado a la ofensiva que es conducido por un creativo genial (Micoud, Diego, Özil), y cuenta con un gran ejecutor en la delantera que se beneficie de este planteamiento (Pizarro, Ailton, Klasnic, Klose, y hoy otra vez Pizarro).

Sí, en el banco y en el concepto del Bremen hay continuidad. Eso es todo, pare de contar, no hay nada más positivo.

Continuidad negativa hay en cambio por montones, y “Batman y Robin” empiezan sus actos heroicos por una política de personal que no se ha entendido en la Bundesliga en la década que llevan como dúo.

Un club como el Bremen comete el error de pensar que la continuidad se limita a conservar al entrenador y su filosofía y olvida que igualmente importante es conservar a los jugadores que apliquen en la cancha esa visión del juego que les inculca el banco.

No es casualidad que el Bremen haya ganado sólo un título de Bundesliga bajo Schaaf, y es fruto de la fortuna que el equipo se hay logrado mantener continuamente entre los cinco primeros del campeonato. Afortunado porque cada vez que las cosas empezaban a funcionar, cada vez que el proceso daba señales de maduración, cada vez que al edificio parecía faltarle sólo colocarle el techo, todo tenía que volver a empezar de cero.

Les repito, la idea se mantuvo, pero el entrenador Schaaf, cada dos temporadas como mínimo, tenía que volver a enseñarla a nuevos alumnos, porque aquellos que ya la habían aprendido, y que eran los principales encargados de presentarla, ya no estaban.

Y debo explicarles, en este caso el entrenador no es inocente, él toma junto al director deportivo Allofs las decisiones que se encargan de bombardear su propio trabajo y las posibilidades de que el futuro del club se vea mejor.

Llegado el momento, a lo largo de los años bajo Schaaf, el Bremen no se ha opuesto vehementemente a desprenderse de sus principales figuras, en vez de ofrecer resistencia y defender su futuro, el club ha optado por –y eso es continuidad- reestructurar su plantilla una y otra vez.

Un par de ejemplos arrancando con el fabuloso equipo que conquistó en el 2004 el doblete, y que pronto se desarmó: el central suizo Ludovico Magnin se marchó a Stuttgart; al creativo francés Johan Micoud, corazón de aquel plantel, se le dio apenas un par más de temporadas (edad); su reemplazo, el fantástico brasileño Diego (hoy en atlético), estuvo allí apenas 3 temporadas y salió en su mejor momento futbolístico, cuando lo mejor era atarlo y ofrecerle perspectivas; Mesut Özil deslumbró, saltó a la fama y dijo adiós sin oposición; a Miroslav Klose no se le amarró a largo plazo; al peruano Claudio Pizarro se le edificó, se le abrió la puerta de salida, y luego otra vez la de entrada para que hoy, cuando está en un gran momento, ni siquiera se sepa si renovará el contrato que tiene; el capitán Per Mertesacker se fue a Inglaterra luego de ver que en el equipo del cual era capitán no se veía progreso.

Y si bien esa desbandada es una parte del problema, la otra es la cantidad de fichajes que terminan en frustraciones. Es cierto, el Bremen ha acertado muchas veces (Pizarro, Diego, Özil, Klose), pero sus equivocaciones también son legendarias, y costosas, muy costosas, tanto que aún pesan en el balance del club y son un freno al margen de posibilidades a la hora de negociar la adquisición de nuevos jugadores.

Otra vez son los “continuos” Schaaf y Allofs, “Batman y Robin”, los responsables: el brasileño Carlos Alberto es uno de los mejores ejemplos; el boliviano Marcelo Moreno, en la actualidad Mikäel Silvestre, Socratis, Wesley.

En más de una década con el Bremen el entrenador Schaaf no sólo ha fallado en darle a la plantilla la continuidad y solidez que a él le ofrecen sus contratos, también en crear a su favor una red de seguridad basada en una cantera funcional que sea surtidora de talentos. Provenientes de las inferiores del Bremen –únicamente para citar el ejemplo actual- sólo hay siete jugadores que hacen parte de la plantilla ampliada (no la base).

¡Sólo siete! y de esos siete hay uno que ya ni cuenta (Tim Borowski); sólo dos que de verdad son titulares (Aaron Hunt y Philipp Bargfrede); apenas dos sustito que han podido jugar (el portero Sebastian Mielitz, el delantero Lennart Thy); y dos en lista de espera por una oportunidad que aún no reciben (Onur Ayik y Özcam Yildirim).

Otro balance negativo después de 10 años al frente del equipo.

No, la continuidad no se logra sólo con mantener en la banca durante largos años al mismo entrenador en virtud de contratos de confianza.

La continuidad tampoco se limita a que el concepto futbolístico se conserve de manera fiel.

La continuidad se logra (y eso seguro que haría más feliz a la afición) garantizando el futuro, garantizando que año tras año hay estabilidad y no nuevos inicios constantes.

El entrenador Schaaf (siendo un gran entrenador), y el director deportivo Allofs, no han sabido hacer de la continuidad que a ellos se les ha ofrecido, una continuidad del club.

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