Dienstag, 16. August 2011

Ballack vs Rolfes

Esta historia, que bien podría titular “el peso del pesado” (por lo parsimoniosos y arrastrados movimientos de Michael Ballack en la cancha que lo hacen lucir como si cargara a sus espaldas el lastre que es él mismo), es una de esas que despiertan demasiadas emociones entre los fieles seguidores del ex capitán de la selección alemana. Pero ello no cambia para nada el tono de la realidad: Rolfes debe ser titular.

Para quienes admiran a Ballack (por lo que fue, pues no me puedo imaginar que lo hagan por lo que es hoy) en el mundo de habla hispana, es reconfortante informarles que no están solos. En el estadio de Leverkusen, el domingo, las tribunas temblaron al darse a conocer por los parlantes la formación inicial del equipo: Ballack de titular, y además con el brazalete de capitán.

Aplausos, abrazos entre vecinos de sillas (cómo si una voz celestial hubieran anunciado la redención de todos los pecados para la humanidad), lágrimas sinceras… muy emocional la bienvenida de Ballack a la plantilla titular.

Robin Dutt, el entrenador del Leverkusen, anunció previo al partido contra Bremen del fin de semana, que en su mediocampo no hay espacio para que Michael Ballack y Simón Rolfes (el capitán verdadero, el oficialmente designado) jueguen juntos; eso significa que uno va a la cancha y otro va a la banca. Y como durante la semana el segundo había formulado una crítica constructiva (que no fue bien recibida por el cuerpo técnico) al funcionamiento de su equipo en la derrota ante el Mainz, en el primer partido de la temporada, pues el que se quedó en la lista de suplentes fue él.

Así las cosas, Ballack jugó, el público se alegró, y el entrenador se apegó a su máxima. Pero lo de Ballack en el primer tiempo (las estadísticas del segundo ni las menciono para no hacerlo quedar aún mucho más mal) se redujo a 29 contactos con el balón, el 80% de sus duelos perdidos, y ninguna participación en aquellas jugadas de su equipo que terminaron con un disparo a puerta.

Como ya dije, Ballack se arrastró (a sí mismo) en la cancha, y cuando por fin fue retirado (en el minuto 84, a seis de terminar el partido con un empate 0-0 que no le servía para nada al Leverkusen, mucho menos al entrenador Dutt, cuya posición se habría tornado muy incómoda) la tribuna volvió a aplaudirlo, con calidez y respeto, pero no en reconocimiento a su rendimiento sino más bien como agradecimiento a su presencia.

Y llegó Rolfes, y con una enérgica acción, rescatando del borde de la línea final del terreno de juego un balón que ya se daba por perdido, sirvió un pase que dejó en solitario a Kadlec en posición de anotar. 1-0 a favor de Leverkusen, un gol que es ¾ obra de Rolfes, y el entrenador Dutt salvado de un inminente debacle.

¿Y qué hace Dutt al termino del partido? En vez de agradecer, o por lo menos reconocer, el extraordinario rendimiento de Rolfes, se ratifica en aquello de “jugará sólo uno” para terminar elogiando a Ballack.

Desde la perspectiva del entrenador el aporte del ex capitán de Alemania radicó en su “liderazgo” en la cancha, “la forma como condujo al equipo”.

Yo me preguntó desde aquí, luego de haber presenciado el partido en vivo, haber hablado con sus protagonistas, evaluar el rendimiento de Ballack y Rolfes, ¿es Leverkusen un equipo de fútbol donde lo deportivo pesa, o es un rebaño –de jugadores- que necesita de un pastor?

Si es lo primero, entonces que juegue Rolfes, se lo merece; si es lo segundo, entonces Ballack se quedará con la titularidad.

Keine Kommentare:

Kommentar veröffentlichen