Montag, 29. August 2011

La “explosiva” autobiografía de Philipp Lahm (Comentario)

Ustedes ya leyeron aquí algunos de los apartes de la autobiografía de Philipp Lahm, capitán del Bayern y de la selección alemana; creo que es oportuno que aproveche ahora –en una semana dominada por el equipo nacional que el viernes va por el punto que lo clasifica a la Eurocopa 2012- para contarles que al lateral se le fue la mano con sus afirmaciones.

Quiero empezar contándoles mi percepción muy particular de Lahm cada vez que cruzo caminos con él, algo que sucede (sucedía) regularmente dada mi cercanía con el Bayern. El capitán alemán es una paradoja de las leyes de la física: alguien que habla con los demás desde una altura que su cuerpo no tiene, que usualmente (con su ego y pretendida superioridad) mira a la gente a su alrededor, y se refiere a ella, de arriba hacia abajo, muy a pesar de que su estatura lo obliga a lo contrario, a mirar de abajo hacia arriba (con los ojos).

Espero haber dejado en claro de qué se trata: de una excesiva convicción en si mismo y sus cualidades y virtudes, y lo que es peor, una excesiva convicción de que los demás (la mayoría por lo menos) podrán superarlo en estatura, pero no por ello le dan la talla.

Estoy hablando de un jugador de fútbol que sin completar los 30 años, tampoco los 29, mucho menos los 28, pretende elaborar juicios de valor sobre su entorno en la creencia absoluta de que ya tiene la experiencia y la sabiduría para hacerlo.

Yo no entiendo los motivos del libro de Lahm, pues conozco esas autobiografías tempranas de los famosos en los siguientes casos:

- Aprovechar los 5 minutos de gloria que se tienen antes de que se agoten
- La necesidad de dinero
- La sed de reconocimiento público

Pero con el capitán no aplican estas condiciones; su gloria no es de 5 minutos, dinero no necesita, y el reconocimiento público –por demás positivo, por lo menos antes de conocerse su autobiografía- lo disfruta.

Yo sólo me explico el libro como un error de cálculo de un jugador que todo lo planea; o como un cálculo muy bien hecho para transformar su imagen de “niño bueno” a la de un hombre a lo “vaquero del viejo oeste” dispuesto a sacar sin contemplaciones su “revolver” en forma de declaraciones valorativas sobre los demás.

Pero lo cierto es que Lahm, que ya se disculpó ante todos por lo dicho, a pesar de que respalda su libro y dice que lo volvería a escribir como lo hizo si le tocara, olvidó que es el actual capitán del club más importante de Alemania, además de la selección de su país, y como tal le cabe una responsabilidad que no es la misma que la de los periodistas o los analistas, pues estos sí están en el fútbol para expresar sus opiniones.

Para citar sólo un ejemplo del poco tacto de Lahm, basta recordar cómo trató a Rudi Völler, el entrenador que llevó a Alemania a ser subcampeón del mundo del 2002, lo más cerca que la selección ha estado de reeditar un gran título internacional, el que lo introdujo a la selección, el que le permitió debutar, el que le regaló su confianza.

Y claro, el libro (que yo aún no leo completo, salió apenas hoy a la venta) podrá ser mucho más que los pasajes que publicó el diario Bild, pero entonces me preguntó ¿por qué una cooperación de promoción de la autobiografía con una publicación sensacionalista habiendo otros muchos periódicos de un formato más serio e intelectual –de lo que presume Lahm- con los que pudo haber trabajado? (lo cual no sería una novedad si recordamos que en el 2009 a espaldas del Bayern concertó una entrevista con el Süddeutsche Zeitung en la que criticó a las directivas del club y su política de fichajes, lo cual le valió la multa más grande pagada hasta ahora en la historia de la Bundesliga)

¿Cálculo o error de cálculo?

Estoy seguro que en este caso se trata de ambos: Lahm sabe que persigue con el libro y sus declaraciones, pero con lo que no contaba el capitán de la selección es que la gente a su alrededor es menos tonta de lo que él cree.

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