Montag, 4. April 2011

¿Qué pasa con la afición?

Esto de la propiedad del fútbol es un tema que causa demasiados problemas: ¿de quién es el balompié?: ¿de la afición?, ¿de los directivos? ¿de los jugadores? Todos quieren tomar el volante y llevar este deporte que tanto nos gusta por la ruta que ellos consideran la mejor; lamentablemente, eso hay que decirlo, aquel sector que supuestamente “nos representa” porque es aquel al cual pertenecemos, acude (culpa de su impotencia, de la falta de canales para hacerlo de otra forma, del saberse escuchado pero de todas formas ser ignorado) a medios cada vez más “contraproducentes” (la valoración es mía y ante de formularla así la medité suficiente) que en vez de posicionarlo con una voz valida lo relega al rincón del “elemento conflictivo” y “destructivo” en vez de constructivo.

Hace apenas una semana comentábamos aquí la reacción de la tribuna en el estadio de Kaiserslautern en la victoria 4-0 de la selección alemana sobre Kazajstán durante la eliminatoria a la Euro 2012 donde la Mannschaft acumula 5 victorias en 5 partidos, donde ya prácticamente está clasificada, y pese a ello tiene que soportar la silbatina de la mayor parte de los asistentes al partido porque en su opinión “no se ofreció el espectáculo que el público se merecía”.

No hay relación entre el rendimiento del equipo –independientemente de lo espectacular que éste sea- y la reacción agresiva y displicente de la afición. Para muchos (entre ellos yo) lo ocurrido en Kaiserslautern es una falta de respeto de espectadores comparable sólo con aquella de quienes van a un concierto y en vez de valorar la calidad de la interpretación musical del grupo en el escenario se queja de que la coreografía no les satisface; es decir, hay gente que no fue a ver fútbol sino goles.

Pero ese es apenas un ejemplo de lo que ocurre a nivel de selecciones, lo que hemos visto en la cotidianidad de la Bundesliga es aún más preocupante pues no se limita a silbidos.

El caso más extremo se vive en Múnich donde las “barras bravas” se han dedicado jornada tras jornada a hacer del estadio el escenario de su debate con las directivas del Bayern –que ustedes quizás no lo sepan, pero cada mes se reúnen con los voceros de las diferentes peñas para dialogar sobre temas del club- con pancartas que cada vez tienen menos humor y más agresividad.

Lo del “Koan Neuer” (ningún Neuer en dialecto bavaro) durante la visita del Schalke al Allianz Arena durante la semifinal de la Copa Alemana, así como el “Neuer, tu eres y serás siempre sólo huésped”, como protesta a la posible contratación del arquero de la selección alemana por parte del Bayern, tiene su toque divertido, pero no por ello es algo en lo que “se le fue la mano” a la afición al intentar influenciar –a las malas- el casi seguro fichaje de uno de los mejores internacionalmente en su posición.

Pero lo peor llegó este fin de semana cuando el escudo del 1860 Múnich, el rival local que juega en segunda división y que con la ayuda del Bayern (que es igualmente una ayuda a si mismo como ya hemos explicado aquí en el blog) ha logrado salvarse de la bancarrota, aparece como un objetivo de tiro al blanco acompañado de frases como “los cerdos azules no se salvan, se sacrifican” (azul es el color del 1860) “¿Y tú eres carnicero Uli?” (Uli Hoeneß, el presidente del Bayern, es también fabricante de salchichas).

Son sólo palabras, es cierto, no constituyen actos violentos. Pero esas son palabras que incitan a actos violentos, que tal vez en otros lugares del mundo se presentan directamente en el estadio, pero que en el caso de Alemania lo que hacen es fomentar un odio de lo que era una sana rivalidad y eso en un país donde uno puede observar fútbol en un ambiente pacífico es un enorme riesgo futuro que hay que combatir en el presente.

Y para terminar, y así comprobar que lo de Múnich no es un caso aislado, tenemos la suspensión del partido contra Schalke en el estadio del St. Pauli, cuya afición es sin lugar a dudas muy particular, pero no por ello se gana el derecho de impunemente darle un “cervezazo” al juez de línea, generando la suspensión del partido y casi con seguridad –culpa de su comportamiento- el regreso a la segunda división de un equipo que en lo futbolístico merecería más suerte.

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